15.10.06

2. ¿De qué realidad educativa partimos? Viejos problemas y nuevas promesas

Esta propuesta de Proyecto Educativo Nacional se sustenta en la firme convicción en que el cambio es posible. Por tanto, es optimista sobre el futuro de nuestra educación y de nuestro país; sin embargo, se ha de apoyar en una visión realista de la situación actual así como de los recursos e iniciativas con que se cuenta desde ahora.

Educación hoy: un futuro por recuperar

Es imposible desconocer que el sistema educativo vigente desde hace décadas guarda una estrecha correspondencia con nuestra realidad social. La defraudación de la promesa de “educación de calidad para todos” ha permitido que se haga más evidente la desigualdad entre los peruanos, haciendo que se vea -en un sentido general- más sombrío el futuro de nuestro país. Las numerosas y viejas fallas y distorsiones de la educación peruana, nos llevan a poner más énfasis en la necesidad de un cambio integral y estructural, así como en la urgencia de empezarlo cuanto antes. A manera de ilustración de ese futuro cancelado que necesitamos reabrir, cabe señalar, por el momento, las áreas básicas de esos fracasos:

La expansión de la educación en el Perú no ha cumplido su promesa de universalidad y calidad. Todavía son muchos los excluidos, principalmente los niños y jóvenes de las zonas rurales más pobres del país. Muchos de los que sí acceden al sistema educativo reciben, sin embargo, servicios ineficaces y de mala calidad.

El aprendizaje se encuentra confinado a prácticas rutinarias y mecánicas que privan a niños, niñas y jóvenes de lograr realmente las competencias que requieren de manera efectiva, creativa y crítica. Tal vez no exista expresión más emblemática de esta situación que el fracaso en el aprendizaje de la lectura y la escritura, especialmente grave entre la población rural y bilingüe, víctimas de una suerte de apartheid educativo.

La gestión del aparato educativo se encuentra sumida en un marasmo de escasez de recursos, manejo ineficiente e inequitativo del presupuesto disponible, rigidez administrativa, burocratismo y, sobre todo, corrupción proliferante en todos los niveles. Esto hace del sistema actual una segura garantía para continuar la línea de fracasos antes mencionados.

Los docentes peruanos se encuentran desmotivados e incrédulos ante cualquier anuncio de cambio. Los esfuerzos que muchos de ellos realizan por innovar y dar de sí, en medio de condiciones de trabajo muy desfavorables, no son valorados por el Estado y la sociedad. Recibe igual trato aquel maestro que hace méritos extraordinarios y aquel que ni siquiera cumple con sus obligaciones mínimas.

Nos habituamos por décadas a situar el aporte de las familias en los aspectos materiales y económicos del funcionamiento de los colegios, sustituyendo la no presencia del Estado, situación que ha enajenado o debilitado su participación en el aprendizaje de sus hijos y en la gestión escolar. Convencidas de que la enseñanza es una responsabilidad sólo del docente, y que el éxito o no en los aprendizajes es un asunto sólo de sus hijos, las familias han declinado en la posibilidad de contribuir informadamente a mejorar su educación.

El abandono de la formación de ciudadanos, de personas conscientes de sus derechos y apercibidas de sus deberes, sensibles a sus compromisos con los demás, deseosas de ser protagonistas en su entorno local, regional o nacional, es parte de una desidia colectiva. En ciertas etapas y lugares, la formación orientada a la práctica de la democracia ha sido incluso desalentada por culturas educativas proclives al autoritarismo y al dogmatismo. Todo esto ha debilitado el surgimiento de líderes sociales democráticos.

La educación superior no está vinculada con las necesidades de desarrollo del país. Seguidora de un modelo de reproducción de saberes recibidos, ella ha dejado decaer la pasión por la investigación y la innovación, para la cual no tiene planes estratégicos ni recursos. El desarrollo del Perú ha perdido así, el que debería ser uno de sus principales motores.

En contraste con todas estas situaciones, tenemos en el país instituciones educativas de primer nivel que ofrecen una educación básica o superior de gran calidad, en estupendas condiciones materiales y tecnológicas, con maestros preparados y continuamente asistidos técnicamente, que garantizan óptimos resultados de aprendizaje, pero que atienden sólo a un sector de peruanos, aquellos cuyas familias tienen el nivel de ingresos que les permiten pagar sus costosos servicios.

Estos hechos revelan que estamos ante un sistema educativo que reproduce las desigualdades e injusticias históricas de la sociedad, desgajado de las necesidades de desarrollo del Perú y de los peruanos. en toda la historia republicana no hemos contado con políticas educativas de largo plazo, presididas por visiones de futuro esperanzadoras, levantadas por estadistas, organizaciones políticas o sectores de poder, dirigidas a transformalo. La sólida continuidad de este orden de cosas nos lleva a inferir, mas bien, la existencia de un proyecto educativo “oculto” o “implícito” que se ha vuelto sentido común, que se ha mantenido por años, y que no ha sido modificado por las iniciativas de modernización o por los avances en áreas específicas.

Se necesita, entonces, un Proyecto Educativo Nacional que evidencie objetivos por cumplir, marque un derrotero por seguir y ponga en acto una vigorosa voluntad colectiva de movilización para el cambio de nuestra educación. Dicho proyecto se hace indispensable para salir de una postración y para que muchas situaciones inaceptables e incluso indignantes que hoy criticamos y a las que nos hemos mal acostumbrado, no existan nunca más.

Recursos y avances educativos: un camino por ensanchar

Por otro lado, si la realidad presente es sumamente crítica, también es cierto que no caminamos sobre un terreno baldío. Una consideración rápida de los recursos con que se cuenta debe dejar constancia de lo siguiente:

a. Recursos sociales

La transformación integral que se necesita cuenta con importantes recursos existentes en la propia sociedad, y un ejemplo es la creciente conciencia que tiene la población sobre la educación que tiene derecho a exigir. Poco a poco, pero con firmeza, se viene entendiendo que el derecho a la educación no se reduce a la existencia de cuatro paredes y un pizarrón, sino que abarca una serie de condiciones y propiedades que se sintetizan en las nociones de acceso, disponibilidad, permanencia y calidad. Asimismo, se abre paso la conciencia de que esa educación no es una gracia que el Estado nos concede sino un derecho que se puede exigir y que se encuentra amparado por la Constitución y por las leyes de la República. Esto representa un importante recurso para el cambio, pues saber a qué tenemos derecho en cuanto ciudadanos hace posible la existencia de una demanda pública ordenada, firme y democrática como parte de los deberes del Estado peruano.

En los últimos años, diversas organizaciones sociales interesadas en la promoción educativa se han revelado, con sus iniciativas, como una auténtica fortaleza nacional para emprender el difícil camino de la transformación. Existe ahí un rico capital humano y social que ha de ser fundamental para el cambio integral que requerimos.

La convicción de la necesidad del cambio, la conciencia de que tenemos derecho a una educación de calidad y la acumulación de conocimientos y capacidades sociales en este campo resultan, en síntesis, factores favorables para una vigorosa movilización educativa desde la sociedad misma que motive, sostenga y complemente las acciones ineludibles del Estado.

El capital humano y social, que se viene movilizando en los últimos años en el marco de la ventana de oportunidades que ofrece el proceso de descentralización educativa, ha posibilitado que en diversas regiones germinen importantes experiencias de participación de instituciones civiles y públicas, de docentes y padres en la construcción de Proyectos Educativos Regionales.

Esta práctica participativa genera diversos beneficios. En primer lugar, tenemos al aprendizaje directo de la comunidad en la planificación del mismo proceso educativo, lo que es fundamental para un sistema más democrático, sujeto a rendición de cuentas y sostenible. En segundo lugar, se viene gestando una nueva cultura de consulta y responsabilidad entre las autoridades, así como una actitud de diálogo y demanda razonable de parte de los padres de familia y otros miembros de la comunidad educativa. En tercer lugar, los Proyectos Educativos Regionales que van surgiendo son en sí mismos frutos con los que habrá que contar para el cambio de gran envergadura que aquí se postula.

b. Recursos propiamente educativos

Es importante reconocer que el sistema educativo actual, a pesar de todos sus defectos y limitaciones, contiene también una gran riqueza humana que debe ser puesta en valor, la cual se expresa en la amplia cobertura educativa existente, en el gran contingente de maestros disponibles y con experiencia, en las capacidades y potencialidades de millones de estudiantes peruanos.

El Estado, en el período 2001-2006, ha avanzado significativamente en la mejora del salario magisterial, en el ordenamiento del diseño curricular en la educación básica, en la provisión de textos y materiales educativos para todos los estudiantes de primaria y secundaria, en la ampliación de la jornada escolar en marzo, así como en el reordenamiento de los institutos superiores pedagógicos.

Se añaden a estos pasos novedosas experiencias de gestión; mediciones de calidad y difusión de los resultados obtenidos; el trabajo en los Proyectos Educativos Regionales, los Consejos Educativos Institucionales; regiones y municipios que empiezan a dar parte de su presupuesto a educación; experiencias concretas y efectivas de mejora en áreas rurales, en formación docente, en educación ambiental; en promoción de la lectura por iniciativa de organizaciones sociales y no gubernamentales, de la cooperación internacional, de algunas empresas y del propio Estado. Ellas representan una muestra viva de lo que el Proyecto Educativo Nacional se propone.

Asimismo, la existencia de importantes organizaciones estatales y civiles que han venido realizando acertados diagnósticos, investigaciones profundas y propuestas innovadoras para la transformación educativa tanto a nivel nacional como regional significa un acervo de conocimiento que es, sin duda, un buen punto de apoyo para un nuevo proyecto educativo nacional.

También es un recurso valioso la apertura a la cooperación entre instituciones educativas y el enlace, todavía por profundizar, entre estas y otras redes sociales que pueden potenciar el aprovechamiento de los recursos disponibles para la educación. La experiencia importante de las escuelas hermanadas ha sido valiosa tanto para sus estudiantes como para los docentes, padres de familia y autoridades educativas y locales. De esta manera, los recursos de una escuela contribuyen al aprendizaje de más de un grupo de escolares. Del mismo modo, representa una oportunidad para conocer, valorar, respetar e incorporar en nuestra visión del mundo los saberes y vivencias de otras y otros, tan diferentes y tan iguales a nosotros.

c. Recursos políticos y normativos

El Estado ha venido haciendo eco de diversos movimientos y discursos por el cambio de la educación, como lo demuestran decisiones, normas o leyes innovadoras cuya importancia no debe pasarse por alto. Un precedente relevante es la Consulta Nacional “Puertas Abiertas" del año 2000, donde buena parte de la sociedad peruana expresó su opinión y sus expectativas sobre lo que debe ser la educación.

También hay que contar los nuevos consensos entre sectores políticos y sociales que se han expresado en el último lustro en el Acuerdo Nacional y en el Pacto de Compromisos Recíprocos por la Educación suscrito en el marco de dicho acuerdo. Estos documentos son invalorables en la medida que traducen un reconocimiento del problema y de la importancia de tomar acciones decisivas y prontas. De aquí debieran surgir decisiones y responsabilidades al más alto nivel que apuesten por el cambio en la educación. Del mismo modo, la urgencia y el sentido de una transformación estructural del sistema educativo han sido enfatizados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación como parte de las recomendaciones de reforma institucional que efectuó al final de su investigación sobre la violencia en el Perú.

El Plan de Educación para Todos, elaborado en articulación a la propuesta del Consejo Nacional de Educación por un Foro Nacional con significativa participación del Estado y la sociedad civil, representa una muestra de cómo pueden confluir procesos de formulación de políticas para impulsar algunas de las propuestas del Proyecto Educativo Nacional, en este caso aquellas que proponen equidad. Finalmente, y como elemento más importante y prometedor obtenido hasta el momento, hay que mencionar a la nueva Ley General de Educación, una norma que —no es exagerado decirlo— ofrece un sólido sustento jurídico para el cambio sustancial y abarcador que se postula en la presente propuesta de Proyecto Educativo Nacional.

d. Recursos financieros

Hoy en día el Estado peruano cuenta con recursos financieros que no tenía antes; vivimos un periodo económico favorable, dado entre otros factores por los altos precios de los productos primarios, principalmente mineros, que el Perú exporta. Tenemos la responsabilidad de aprovechar este momento para iniciar un ciclo de desarrollo autosostenido más amplio e integrador; al mismo tiempo, existe la obligación de aprovechar los nuevos recursos disponibles para aplicar las medidas cruciales que requiere la educación peruana. De lo contrario, el momento actual podría sumarse al elenco de las "oportunidades perdidas" que hemos venido deplorando desde hace décadas. Que no se haya elevado la inversión pública en educación a un equivalente del 6% del PBI en el pasado quinquenio es un llamado de alerta que debe servir para tomar, ahora sí, las decisiones correctas y justas.

Por otro lado, los recursos que el Estado posee en la actualidad no son solamente económicos. Además, existe una mejora en la calidad de los servidores públicos, una cultura administrativa parcialmente renovada, una cierta descentralización del proceso educativo, ya mencionada, que debe confluir creativamente con las necesidades de un nuevo sistema educativo eficiente y concebido para desarrollar de manera plena el inmenso potencial humano en todos los peruanos.

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